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La metaliteratura en la obra ‘Nunca olvides que te quiero’ de Delphine Bertholon

  • Foto del escritor: Escritores cool
    Escritores cool
  • 12 jun 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 26 jun 2018


Escrito por: Jazmín Hernández Castillo.



Imagen de los autores correspondientes.



Fue un día cualquiera en el que mi hermana me recomendó leer un libro titulado “Nunca olvides que te quiero”, dijo que era muy bueno. Sin embargo, al leerlo me percaté que estaba escrito a 3 voces, o por tres personajes diferentes.


A primera vista se podría pensar que el libro es de temática romántica así como muchos libros cursis que han salido y se han vuelto muy populares últimamente. Podría creerse que es otro libro que habla de amor pero en realidad trata de eso y mucho más. Es verdad que trata de amor; sin embargo, no es sólo amor de pareja si no del amor de una madre por su hija, el amor de un chico por una chica y que es uno instructivo y finalmente el amor de Madison por sus padres, sus abuelo, sus amigos, su gato y por el amor de su vida, Stanislas, el chico con un amor destructivo. Pero sobre todo el amor a la palabra escrita. Esto lo podemos notar ya que los personajes plasman lo que sienten y se desahogan por este medio, mitigando y disipando el dolor que sienten.


“Nunca olvides que te quiero” cuenta la historia de Madison Etchart, una niña de 11 años que un día es secuestrada por un hombre que la mantiene oculta en el sótano de su casa por 5 años. Durante ese tiempo su único desahogo consiste en plasmar sus pensamientos, deseos y vivencias en los cuadernos que su secuestrador le ha dado para que se distrajera.


Paralelamente su madre, Léonore, le escribe cartas constantemente contándole todo lo que ocurre en su casa, con la esperanza de que algún día Madison regrese y pueda dárselas para que las lea.. Estas cartas suponen un conmovedor monólogo con apariencia de diálogo, con el que la madre pretende mantenerse unida a su hija a pesar de todo, de ahí que todas terminen con la frase que da título a la novela en español: Nunca olvides que te quiero.


Estas dos líneas narrativas se alternan con la historia de Stanislas, el profesor de tenis de Madison y de quien ella estaba enamorada. Él vive una historia de amor autodestructivo con una chica, Louison, con la que contacta gracias a un libro de fotografías de Madison realizadas por su abuelo. Esta historia, aparentemente ajena a la trama principal, trata de una situación tan claustrofóbica como las que viven Madison y su madre, pero en este caso autoimpuesta por una concepción errónea de lo que es el amor.


Pasemos entonces a la estructura del libro. Si bien la obra fue escrita originalmente en francés bajo el nombre de Twist, la traducción que la editorial Grijalbo realizó fue muy buena, con algunas excepciones que se mencionaran más adelante, pero el formato del libro fue totalmente fiel al original.


El libro consta de 331 páginas, en español, las cuales se dividen en tres “libros”, que según la historia, son los cuadernos donde escribió Madison. El primer libro va de la página 9 a la 156, esto es que Madison usó todo un cuaderno para dicho volumen. El segundo libro abarca de las páginas 157 a 286, según lo que ocurre en la historia, Madison tiene muchos problemas y dicho cuaderno se ve más corto que el primero debido a que ella le cortó varias hojas. Finalmente, el tercer libro es de la página 287 a la 331, mucho más corto que los primeros dos dado que al escribir en este último cuaderno, Madison escapa de su cautiverio y, por ende, dicho cuaderno no fue usado por completo.


Toda la obra, a su vez, se divide entre los tres personajes escritores. Quien da inicio a la historia es la madre de Madison, quien de primeras nos cuenta acerca de la ausencia de su hija y como la extraña. Después, nos habla Stanislas, el amor platónico de Madison, quien empieza su relato de amor destructivo y cuya hitoria parece no encajar con toda la trama del libro; sin embargo, él se verá envuelto en toda la historia paulatinamente. Y al Fin, Habla Madison, la niña quien poco después sabemos que está secuestrada, ella le “habla” a su cuaderno, sabiendo que es el único objeto que puede escucharla en esos momentos. Así, se desarrolla la historia, pasamos de un relato a otro y de un personaje a otro, aunque he notado que llevan un orden de aparición que no es rigurosamente el mismo durante toda la obra. Dicho orden es el siguiente: 1) La carta de la madre, 2) la novela de Stanislas y 3) los relatos de Madison.

Aunque personajes aparecen en cierto orden, no todos tienen la misma cantidad de páginas. Lo que quiere decir que la madre de Madison sólo tiene dedicadas 36 páginas, mientras que Stanislas tiene 132 y Madison; 165. Lo cual también se pude representar en porcentajes y hasta en una gráfica:


En esta gráfica se intentó demostrar, hasta cierto punto, la importancia de cada personaje según las páginas que fueron dedicadas a ellos. En ella se observa que Madison es la que tiene mayor importancia con casi un 50% de las páginas, en seguida está Stanislas, con casi un 40% y al final está la madre de Madison, quien tiene un 10%.
Gráfica 1

  1. Madre de Madison: 10.6%

  2. Stanislas: 39.6%

  3. Madison: 49.8%

Es importante mencionar que este gráfico está hecho con base en toda la obra, y se debe decir que los personajes fueron perdiendo “importancia”, para así referirnos a su baja en páginas dedicadas a ellos, en los últimos “libros”. En esta diferencia se puede ver la delantera que tomó Madison en el segundo y tercer libro, mientras que la madre de Madison se vio relegada en el segundo y tercer libro y Stanislas en el último.


De igual manera, debes notar que el intercambio entre los personajes no se da como aquí he señalado, no. Para saber cuándo la madre empieza a hablar normalmente ella pone un encabezado como el siguiente: “Guéthary, 9 de septiembre, tiempo despejado, 18º, suave oleaje” seguido de la palabra “Cariño:” y la carta. Ella terminaba su participación con un claro y siempre presente: “Nunca olvides que te quiero. Mamá” De donde se sacó el nombre para ponerle a la obra, por su importancia al transmitir las esperanzas de la madre en volver a ver a su hija. Para el comienzo del relato de Stanislas, él normalmente le pone títulos a sus “capítulos”, el cual da un indicio de lo que va a hablar y termina sin ninguna frase que así lo avise, aunque se usa un espaciado muy largo al final. Llegamos a saber que Madison empieza a relatar porque, en un principio, ella escribe “ME LLAMO MADISON ETCHART, ME LLAMO MADISON ETCHART” repetidas veces. Esto lo hace una veces y no es hasta el segundo libro que se distingue el comienzo de su participación con una señal como ésta: “14 de junio, 21.13”. Esto es debido a que fue en el segundo y tercer libro que Madison ya contaba un calendario y un reloj que su secuestrador “R.” le regalo y por los cuales ella rogó mucho. Ella termina sus intervenciones con un espaciado amplio, al igual que Stanislas.


Para concluir, podemos decir que Nunca olvides que te quiero es un libro muy interesante que deja caer un lugar donde las cosas ya están pasando, pero que te explica luego como pasaron y la situación puede abordarse desde 3 diferentes puntos de vista, la cual es una magnífica idea de contarte un cuento. Además, su estructura y fluidez guían al lector para que no se pierda en todo este revoltijo y, mejor aún, lo entretiene por varias horas o días.



 
 
 

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